Paz Ciencia

¨¡Nooo por favor, pídeme cualquier otra cosa pero no más Paciencia! Se que tienes razón pero no puedo más, necesito que esto termine, cambie, mejore, suceda YA…. ¨

Escucho esto con una frecuencia pasmosa. La paciencia es una de las virtudes más apreciadas pero menos cultivadas.  Únicamente cuando la vida nos pone en una situación donde no podemos huir, y no nos queda más remedio que esperar es cuando comenzamos a transitar el camino de la paciencia.

Desarrollar la paciencia como cualidad puede parecer una tarea inalcanzable para muchos, en particular en una era de gratificaciones y acciones inmediatas, instantáneas, donde es más fácil abandonar que perseverar.

Vemos la paciencia como un enorme sacrificio. Nos cuesta aceptar que las cosas tienen su tiempo, y que por más que queramos, la primavera no llegará hasta que el invierno haya concluido.

No existe ninguna gran obra o invento, ningún triunfo, que no haya sido fruto de la paciencia de sus creadores y aún estando conscientes de esto, igualmente nos resulta odioso pensar que debemos ¨esperar¨ por lo que anhelamos.

¿Qué es lo que nos lleva a ser tan impacientes? ¿Por qué la paciencia es un sacrificio?

La paciencia implica confianza, fe en que lo que hacemos tendrá resultados positivos, que manteniéndonos en el camino que emprendimos conseguiremos alcanzar aquello que deseamos. Implica también entender que todo en la vida tiene sus tiempos, sus ciclos, sus procesos y que si nuestros objetivos están claros y bien enfocados, vale la pena el tiempo y esfuerzo invertido.

Entonces, lo primero es definir muy bien lo que queremos, los pasos que tenemos que dar y lo que estamos dispuesto a entregar para alcanzarlo. Si la meta es clara, nuestros esfuerzos fluirán con mayor facilidad, y sin embargo eso tampoco es garantía de mayor celeridad.

La ansiedad por alcanzar lo que anhelamos y la angustia de pensar que quizás no lo logremos es lo que nos vuelve locos, lo que hace que pensemos en abandonar, huir, saltarnos los pasos, lo que sea que signifique llegar a la meta lo más rápido posible o simplemente obtener lo que deseamos sin medir consecuencias.

¿Cómo desarrollamos paciencia?

Primero aclarando qué es lo que queremos, enfocándonos con acciones que nos permitan ir midiendo nuestros avances, esos pequeños logros que nos alientan a buscar el siguiente paso. Si usted no empieza, nadie lo hará. Póngase en movimiento hacia su meta. En segundo lugar confiando en que lo que usted quiere es posible, alcanzable y deseable.  La confianza es el gran remedio para la ansiedad. Confíe en usted, en Dios, en el universo o en lo que prefiera, esto le  ayudará a superar los momentos duros de la espera.  Tercero, aceptando. No siempre los resultados son los que esperamos pero en muchas ocasiones son los resultados que necesitamos. Hay más de un camino a la meta, no se desespere, busque sus opciones porque de seguro ahí están.

La Paciencia, una vez cultivada, proporciona una paz de espíritu que hace que podamos emprender cualquier empresa con la certeza de que alcanzaremos lo que nos propongamos, sin miedo al esfuerzo y al tiempo. No en vano a la Paciencia se le llama la Ciencia de la Paz.